viernes, 23 de mayo de 2014

La oportunidad está al mirar de nuevas.

Abrir la mente es estar dispuesta a ver más allá de la apariencia de una imagen, a permitirse ver nuevas imágenes de una misma imagen y dejar de interpretarlas desde el miedo.

 Estamos rodeados de alarmas sociales que nos mantienen en el miedo, para mi no es más que una técnica de dominación, enfermedades nuevas y todo un sin fin de juicios sobre lo que el ser humano hace o deja de hacer.

 Mi mirada desde que recuerdo, ha sido un ataque para mi entorno, donde siempre encontré crítica por mi manera de ver, de observar el mundo e interpretarlo a mi antojo. Durante muchos años he estado en lucha por ello. No puedo decir que dejé mi visión de lado para adaptarme porque sería mentira. Simplemente siempre he sido una inadaptada. Esto me ha causado el hecho de entrar constantemente en guerra con las personas que no estaban de acuerdo conmigo, hasta que me dejé caer en el aislamiento y desde ahí cambió mi perspectiva. 

Todo el mundo no puede estar equivocado, pensaba en esos momentos en que dudas de ti misma, donde tratas de convencerte de que si todo el mundo piensa de una manera y tu sola de otra, ellos deben tener razón, la mayoría debe tener razón. Afortunadamente cuando esto sucede te rindes y ya dejas de luchar, simplemente para dejar de sufrir y es en ese dejarse ir donde descubres tu verdad y entiendes que más haya de la multitud esta tu propia naturaleza la cual no necesita validación. Paz.

Ahora desde ese reconocimiento de mi misma puedo observar el mundo y dejarme observar por el sin miedo, pues ya no hay una necesidad de pertenencia. Simplemente se dónde pertenezco y desde aquí poco importa todo lo que sucede fuera. Esto no quiere decir que no me afecte, pero ahora se que tengo mi propia interpretación de las cosas y que no necesito la validación de otros para ver como veo. Ahora tampoco necesito que otros vean como yo y eso es lo que me da mi libertad.

Pongo todos mis sentidos al servicio del Amor. No del amor romántico, sino de la verdad del amor, y así observo como mi mundo se aclara, se ilumina, al margen de todas las verdades que presenta el afuera, para mi ya no son otra cosa que mentiras contra las que ya no lucho más, simplemente las observo y hago mi propia interpretación desde ese lugar en mí, llamado Amor.

Para mi, no hay otro remedio que sea válido más que el Amor. Me da igual el aspecto de lo echado a perder, los síntomas; solo me centro en cual es la causa primera de esos efectos e invariablemente siempre es la misma, la creencia en el miedo y por tanto la no creencia en el amor, la falta de Amor en uno mismo, y así la falta de realidad de lo que somos. Con lo cual la solución que es lo importante siempre es la misma, AMOR , y la única forma posible de administrarlo es AMAR.

Eres el veneno y eres el antídoto. Fuera de ti no hay nada que tenga poder sobre ti. Si no sé amar, imito amar y solo en esa práctica continuada llegaré a mi propia maestría del Amor. A mi Ser de Verdad. 

viernes, 9 de mayo de 2014

Los Hijos

Los hijos son un atajo hacia nosotros mismos, aunque no todos los padres saben ver esto y aprovecharlo. En muchos casos se confunden y se hace de ellos o se pretende hacer de ellos un Alter ego con el que se pretende vivir a través de ellos la historia que no fuimos capaces de vivir nosotros mismos, o en el otro extremo, proyectando sobre ellos nuestras limitaciones.

 Los hijos bien amados, son libres y respetados en su libertad para que descubran quienes son y para ello los padres han tenido que saber transformar sus prejuicios en amor incondicional, liberándose a ellos mismos de sus propios miedos y anhelos y así dejando de proyectar estos sobre  ellos, respetando su individualidad.

Los hijos son al igual que el resto de personas que vemos fuera de nosotros, proyecciones de nosotros mismos que de una manera muy especial se presentan como parte directa nuestra, y es en ese "mi hijo" " mio" donde está la oportunidad más potente de deshacer la mentira. No hay nada que sea mio y en realidad todo es parte de mi.

Los hijos bien vistos, son el empuje que necesitamos para liberarnos de las memorias erróneas familiares, pues en el trato con ellos, vemos florecer memorias antiguas aprendidas, frases hechas que arrastramos de nuestros padres y es ahí donde tenemos la oportunidad de sanar esas memorias que de otra manera, tal vez no somos capaces de reconocer en nosotros y sanarlas renunciando a ellas. Por ellos somos capaces de hacer mucho más de lo que haríamos por nosotros mismos, ponen en marcha motores en nosotros que desconocíamos, nos ayudan a entender que nada nos pertenece ya que si eres capaz de entender que un hijo no te pertenece, sabrás comprender que nada ni nadie te pertenece.

Los hijos nos hacen comprender el desapego, pues por naturaleza ellos un día se irán y no por ello dejaremos nunca de amarlos. Despiertan la Fe necesaria para saber que todo está bien, pues ya no es un deseo de bienestar sino que es una necesidad de saber que así será. Con ello también aprendemos a confiar en un "otro", en la vida misma.

Los hijos son bendiciones, oportunidades disfrazadas de momentos duros,  inquietud , desvelo, abnegación , conciencia del otro. Maestros que nos enseñan la compasión, la comprensión, más allá de nosotros mismos y por ellos llegamos a amarnos a nosotros mismos sin condición, pues ellos no son menos que  hijos de dios mismo, de la conciencia más pura, de la inocencia perfecta. 

Los hijos llegan a nosotros cuando tienen que llegar y si es el caso de que tengan que llegar, ya que son una opción. Si eres padre es porque realmente necesitabas serlo, si no lo eres entonces será que no lo necesitabas. Todo está bien tal como es y creo que al igual que tenemos que aceptar todo el aprendizaje que nos trae tenerlos, así también tenemos que aceptar todo el aprendizaje que nos trae no tenerlos. En definitiva, los que somos padres y los que no lo somos, tenemos una gran lección que aprender de los hijos, pues la vida de ambos termina en su momento girando al rededor de esta figura. Amarnos con ellos o sin ellos. 

Los hijos nos enseñan la humildad necesaria que como adultos necesitamos para aprender de ellos, para reconocer la verdad en ellos y eliminar la mentira de un mundo adulto lleno de creencias limitadoras. Ellos nos llevan de nuevo al jardín de infancia, a la adolescencia, a la juventud... nos recuerdan cuanto ganamos al recordar quienes somos ,al poder ver de nuevo a través de nuestra mirada hacia ellos, nuestra verdadera esencia. Amor Incondicional.